«Estación de Autobuses de Badajoz. Buen ambiente gente de todas las edades, pijos, abueletes, pero muy buen ambiente a todas horas del día, en los baños, entre las 8 y las 9 de la noche mejor no ir porque hay una limpiadora arreglando los baños y es muy cotilla, pero durante la mañana y la tarde buen ambiente, se liga con bastante facilidad».
El mensaje es claro y se lee desde hace tiempo en www.gayinspain.com, una página web en la que se informa con todo lujo de detalles sobre los lugares que frecuentan las personas gays cuando quieren hacer 'cruising', una práctica sexual consistente en mantener relaciones sexuales en lugares públicos, generalmente de forma anónima y sin ataduras.
Quienes trabajan en la estación de autobuses de Badajoz saben que los servicios de este edificio son desde hace años un lugar de encuentro, pero se han sorprendido al descubrir que esta actividad también se publicita en la red. «Nosotros llevamos años informando al Cuerpo Nacional de Policía de este fenómeno, pero hemos llegado a la conclusión de que existe una laguna legal que les impide actuar», reconoce el director de la estación, Pedro Botello.
Este profesional se empeña a diario en mejorar la imagen del centro de recepción y salida de las líneas regulares de autobuses, vela para que el edificio esté limpio y sea acogedor, pide a sus trabajadores que cuiden hasta el más mínimo detalles, pero no oculta su desazón cuando habla del problema de imagen y orden público que generan los aseos de caballero. «Nosotros sabemos quiénes son, hemos colocado cámaras de vigilancia que graban también el exterior de los servicios, estamos en contacto con la Policía... ¿Pero qué le hacemos? Esto es algo que ocurre en todas las estaciones de autobuses de España».
Acoso
Sus palabras son refrendadas por el responsable de mantenimiento de la estación, Rafael Pacheco. Cumple con este comedido desde hace años y conoce casi por su nombre y apellido a los varones que utilizan los aseos como lugar de encuentro. «Esto es increíble, por las tardes están a tutiplén. ¡Hombre, contigo no se meten, pero si entramos ahora mismo seguro que vemos algo raro!», confiesa.
En la cafetería de la estación también son conscientes de que el número de viajeros que se ven afectados por esta práctica es elevado. La mayoría de las veces queda en el 'cabreo' personal de quien se siente observado o acosado, pero los camareros escuchan con cierta frecuencia comentarios de viajeros sorprendidos. «Un día se nos acercó un hombre que había entrado con su hijo en el servicio y nos dijo: mire, en el baño hay un hombre que nos está mirando. Entonces agarré yo a un compañero, nos fuimos dentro y le dijimos que se marchara, que eso era una marranada».
Escenas parecidas se ha encontrado el personal de limpieza, que retira a diario los preservativos que abandonan personas que practican sexo en los retretes.
Prácticamente todos los que trabajan en la estación de autobuses llevan tiempo denunciando lo que ocurre, pero en sus conversaciones con la Policía han llegado a la conclusión de que haría falta una nueva ley para atajar unas conductas que, en determinados momentos del día, convierten la estación de autobuses en una especie de club de alterne al que llegan personas de distinta procedencia y condición para elegir su pareja casual. Una mañana cualquiera pueden reunirse en torno a los servicios entre 10 y 15 personas, cifra que se dispara hasta el medio centenar el fin de semana.
Tal afluencia del público pasa desapercibida a las personas ajenas al 'cruising', pero la presencia casi permanente de hombres y jóvenes a las puertas de los aseos, especialmente en los bancos situados enfrente, es un reflejo de lo que se cuece dentro. «Últimamente estamos relacionando los ataques vandálicos con estas prácticas.
Ese tipo de hechos es más aislado, pero el trajín en los aseos es continuo y el máximo responsable de la estación ya no sabe a quién recurrir. «El problema es que si mi gente les dice algo acaban enfrentándose a ellos y al final corremos el peligro de que sean ellos quienes nos denuncian a nosotros».
Fuente: Hoy.es
El mensaje es claro y se lee desde hace tiempo en www.gayinspain.com, una página web en la que se informa con todo lujo de detalles sobre los lugares que frecuentan las personas gays cuando quieren hacer 'cruising', una práctica sexual consistente en mantener relaciones sexuales en lugares públicos, generalmente de forma anónima y sin ataduras.
Quienes trabajan en la estación de autobuses de Badajoz saben que los servicios de este edificio son desde hace años un lugar de encuentro, pero se han sorprendido al descubrir que esta actividad también se publicita en la red. «Nosotros llevamos años informando al Cuerpo Nacional de Policía de este fenómeno, pero hemos llegado a la conclusión de que existe una laguna legal que les impide actuar», reconoce el director de la estación, Pedro Botello.
Este profesional se empeña a diario en mejorar la imagen del centro de recepción y salida de las líneas regulares de autobuses, vela para que el edificio esté limpio y sea acogedor, pide a sus trabajadores que cuiden hasta el más mínimo detalles, pero no oculta su desazón cuando habla del problema de imagen y orden público que generan los aseos de caballero. «Nosotros sabemos quiénes son, hemos colocado cámaras de vigilancia que graban también el exterior de los servicios, estamos en contacto con la Policía... ¿Pero qué le hacemos? Esto es algo que ocurre en todas las estaciones de autobuses de España».
Acoso
Sus palabras son refrendadas por el responsable de mantenimiento de la estación, Rafael Pacheco. Cumple con este comedido desde hace años y conoce casi por su nombre y apellido a los varones que utilizan los aseos como lugar de encuentro. «Esto es increíble, por las tardes están a tutiplén. ¡Hombre, contigo no se meten, pero si entramos ahora mismo seguro que vemos algo raro!», confiesa.
En la cafetería de la estación también son conscientes de que el número de viajeros que se ven afectados por esta práctica es elevado. La mayoría de las veces queda en el 'cabreo' personal de quien se siente observado o acosado, pero los camareros escuchan con cierta frecuencia comentarios de viajeros sorprendidos. «Un día se nos acercó un hombre que había entrado con su hijo en el servicio y nos dijo: mire, en el baño hay un hombre que nos está mirando. Entonces agarré yo a un compañero, nos fuimos dentro y le dijimos que se marchara, que eso era una marranada».
Escenas parecidas se ha encontrado el personal de limpieza, que retira a diario los preservativos que abandonan personas que practican sexo en los retretes.
Prácticamente todos los que trabajan en la estación de autobuses llevan tiempo denunciando lo que ocurre, pero en sus conversaciones con la Policía han llegado a la conclusión de que haría falta una nueva ley para atajar unas conductas que, en determinados momentos del día, convierten la estación de autobuses en una especie de club de alterne al que llegan personas de distinta procedencia y condición para elegir su pareja casual. Una mañana cualquiera pueden reunirse en torno a los servicios entre 10 y 15 personas, cifra que se dispara hasta el medio centenar el fin de semana.
Tal afluencia del público pasa desapercibida a las personas ajenas al 'cruising', pero la presencia casi permanente de hombres y jóvenes a las puertas de los aseos, especialmente en los bancos situados enfrente, es un reflejo de lo que se cuece dentro. «Últimamente estamos relacionando los ataques vandálicos con estas prácticas.
Ese tipo de hechos es más aislado, pero el trajín en los aseos es continuo y el máximo responsable de la estación ya no sabe a quién recurrir. «El problema es que si mi gente les dice algo acaban enfrentándose a ellos y al final corremos el peligro de que sean ellos quienes nos denuncian a nosotros».
Fuente: Hoy.es
2 comentarios:
A mí lo que me sorprende es que el artículo habla que por las tardes hay ¡50 personas! pendientes del tema. ¿Qué hacen allí? ¿la ola? hay casi más gente que en el campo del Mérida.
Me lo imagino más como la "cola de la pescadería"...
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