La herida sufrida por Alemania en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), caló profundo en generaciones de hombres que ansiosos de poder buscaron cobrarse al más alto precio la derrota tras haberse perdido territorios en la Gran Guerra. Uno de esos hombres invadido por el resentimiento y por su ambición de poder, Adolf Hitler, esperó 21 años, y una vez alcanzado el poder como líder de la conocida Alemania nazi, detonó con el mínimo pretexto lo que se conocería como la Segunda Guerra Mundial. El mundo recuerda hoy 1 de septiembre de 1939 como el día del dolor que abrió camino a la más cruel de las barbaries cometidas en el mundo.
Afectada por la crisis derivada de la Gran Guerra, Alemania sufría las consecuencias de haber tratado de ser uno de los principales protagonistas del conflicto bélico. Entre los años 1920 y 1922 aparece en la escena un partido nacionalista que dirigido por un líder con ideas nacionalistas, les fue devolviendo el orgullo y la fe al herido pueblo alemán, proponiéndole el rearmen militar, la pureza de la raza aria y la unificación de una Gran Alemania. Hitler comenzó a figurar con su partido el nacionalsocialista o simplemente Nazi.
Es en esta etapa cuando Hitler busca culpables de lo que ha sufrido Alemania y acusa a los judíos, marxistas y liberales, por lo que desata una política de persecución y eliminación sistemática de estos grupos. Al llegar 1929, comienza la más grande crisis económica mundial del capitalismo y con ello la oportunidad de Hitler para buscar la oportunidad esperada.
En 1933 Hitler es nombrado canciller y su plan de dominio y expansión comienza a tomar forma al ganar poder e involucrarse con la clase alta, a la que promete jugosas ganancias con el rearme bélico.
Hitler, sin ceder en su postura de dominio territorial y con líderes militares que apoyaban su doctrina, pone en marcha sus planes de acción que había trazado en su libro, Mi Lucha, donde uno de sus objetivos era anexar Austria, pues allí había muchos alemanes.
INVASIÓN. Este objetivo lo cumplió sin que se hiciera un solo disparo, Austria fue anexionada en marzo de 1938 y meses más tarde sucedió lo mismo con el oeste de la entonces Checoslovaquia.
Pero faltaba algo más para seguir con el objetivo de control territorial en Europa. Hitler exigió la reposición a Alemania de la llamada ciudad libre de Danzig (actualmente conocido como Gdansk) y la concesión de una franja extraterritorial a través del pasillo polaco de 30 metros de ancho, donde construiría una carretera y un ferrocarril que unieran Alemania con Prusia Oriental y separadas por el pasillo polaco desde el Tratado de Versalles.
Para Polonia la posesión del pasillo era vital pues constituía su salida al Mar Báltico y Danzig era el único puerto importante para comerciar, por lo que la petición alemana fue rechazada el 26 de marzo de 1939 y advirtiendo que cualquier actuación alemana sobre Danzig sería causa de guerra.
Ante esta negativa, el 23 de agosto de 1939 por instrucción de Hitler y del líder soviético Jospeh Stalin, los cancilleres alemán y soviético, Joachim von Ribbentrop y Vyacheslav Molotov, firmaron el secreto “Pacto de Hierro” de no agresión tras acordar la repartición de Polonia por ser de interés para ambas naciones.
INFILTRADO. El día 28 de agosto de ese año, el acorazado alemán, Schleswig-Holstein, entró en Danzig en visita de cortesía, fondeando en el puerto exterior. Era un viejo buque que había entrado en servicio en 1908 y que los aliados habían permitido conservar a Alemania tras su rendición en 1918, ya que se trataba de un barco anticuado. En aquellos días se empleaba como buque de adiestramiento para llevar equipo y alimentos.
En las primeras horas del 31 de agosto, Hitler mantuvo una reunión con el embajador polaco Lipsky. El Führer salió indignado e informó a los embajadores de Francia y Gran Bretaña de la negativa de Polonia a presentar propuestas para cederle el territorio exigido días antes.
A las 4:45 del 1 de septiembre de 1939, el acorazado Schleswig-Holstein abrió fuego con sus cañones de 280 y 150 milímetros contra el fuerte polaco de Westerplatte que se encontraba en la cercana costa y que era una bodega de municiones. Eran los primeros cañonazos de una guerra que sacudiría al mundo durante casi seis años y que cobraría 60 millones de vidas.
Fuentes: Elpais.es y BBC