Cualquier cosa que pueda comentar de Amsterdam se quedará corta. Es la ciudad perfecta, lo tiene todo, calles con canales por doquier, cerveza, bicicletas, tranvías, marihuana, people behind the crystal, todo...excepto sol.
Nuestro viaje empezó hace ya una semana, cuando partimos dirección Sevilla para pillar el vuelo de ida que nos llevaría a Alemania. Si, ese aeropuerto en mitad del campo que todos pensábamos que sería un desastre y terminó siendo hasta un sitio acogedor. La primera noche del viaje la pasamos allí, sin frío y con un sueñecito que sólo duró un par de horas ya que la peña se nos sentó casi encima para esperar al vuelo que estaba a punto de salir.
El viaje desde Weeze a Amsterdam fue algo extraño. Nos llevó hasta allí un conductor con pinta de loco borracho que iba más tiempo mirándose la entrepierna que a la carretera. El colega hizo cosas extrañas en esas 3 horas de viaje, entre las que destacan un par sobre las demás: Hechar gasolina al autobús con pasajeros dentro y comer, beber y hablar por teléfono mientras adelantaba camiones.
Ya estábamos en Holanda, Amsterdam nos recibió con una fina lluvia y una ventisca del Norte que cortaba la cara. El primer día transcurrió al pelete, una caminata enorme por todo Amsterdam viendo todo lo que pudimos y bebiendo todo lo que quisimos. Mucha cerveza, alguna fumada furtiva y un descojono continuo en el Barrio Rojo. La primera impresión de las señoras públicas en los escaparates fue impactante, no estamos acostumbrados a ver esas cosas y menos aún, a un par de callejones de la alegría y otro más del terror...fuimos todos los días de visita!
El segundo día estuvimos en Volendam. Un pueblecito pesquero a la orilla del Mar del Norte con casas de madera de colores y mucho turismo. Probamos el famoso Arenque crudo y tengo que decir que está de vicio. Unas gaviotas intentaron sabotearnos la comida pero entre insultos y correr un poco evitamos su feroz ataque a nuestras bandejas de pescado. Por la tarde, otra visita al Coffeshop y más cerveza. Por la noche al bar del hotel a disfrutar de la hora feliz.
Amsterdam es una ciudad que cierra todo muy temprano y para las diez de la noche suele estar casi todo chapado, así que el bar del hotel se convirtió en la mejor opción de tomar copas en plan tranqui, para descansar del gran palizón diario.
Nuestro tercer día empezó escuchado "Te visitará la Muerte" de Obús, y amaneció con un sol que coloreaba el paisaje pero no calentaba ni una minchia. Alquilamos una bicis por todo el día. Fuimos a ver el Amsterdam Arena, el estadio del gol de la Séptima del Madrid, el del gol de Mijatovic. Cuando lo vi de lejos me entró un cosquilleo y no dejé de acordarme de aquel 20 de Mayo del 98. Después de ver las obras de Cruyff, Reep, Rijkaard, Van Basten, etc, fuimos al parque Vondelpark. Una zona verde gigantesca en mitad de Amsterdam. Un sitio perfecto para tirarse en el césped a fumarte un canutillo y disfrutar del aire libre en mitad de la ciudad. Fue un día muy completo porque, después de soltar las bicis con las que recorrimos medio Amsterdam, nos fuimos al Coffeshop Bulldog para celebrar el cumpleaños de Van Morconen (Perolo) con unas magdalenas de "chocolate" y de "finas hierbas" además de tabaco aliñado y una descojonante partida de dominó llena de risas, despiporre y gilipolleces que convirtieron esa tarde en la mejor de todas.
Nuestro último día en Amsterdam fue el momento elegido para la escapada cultural. Por la mañana, tras pasar por la antigua fábrica de Heineken, visitamos el Museo Van Gogh y sus famosas obras del "autoretrato", "Los Girasoles" y "La habitación". Por la tarde fuimos al que, en mi opinión es el mejor museo de Amsterdam, el Rijskmuseum, dedicado a los Países Bajos de la Edad Media y al fabuloso pintor, Rembrandt. El cuadro de "La Ronda de noche" es impresionante además de enorme. Para cerrar el día de la cultura nos pasamos por la Casa de Anna Frank, previo paso por el Barrio Rojo, toda una tradición. Por la noche volvimos de nuevo al bar del hotel a beber cerveza a mitad de precio, y descubrir que "los chantitos crecen en los árboles".
El viaje de vuelta fue la de mi oportunidad de demostrar que teníamos un día más de vacaciones. La lluvia deslucía totalmente mis intenciones y eso unido a una mala noche me hicieron replantearme el paseo por los campo alemanes. Llegamos a casa a las diez y media de la noche con mucho cansancio pero con el convencimiento de que nos lo hemos pasado como nunca y de que hemos estado en una de las mejores ciudades de Europa.
Para la próxima no se donde iremos pero desde luego que espero pasármelo al menos la mitad de bien que me lo he pasado en este viaje.
Hasta otra señores.
Cuidense.
Van Berti, Van Morconen, Van Gorden, Van Tachen...People Behind The crystals!