En España Jerónimo Muñoz, un astrónomo adelantado a su tiempo y uno de los primeros defensores del sistema heliocéntrico, también observó el fenómeno, pero a diferencia de su colega danés sus observaciones le causaron más de un quebradero de cabeza. Su obra Libro del nuevo cometa fue muy criticada porque ponía de manifiesto que el cielo no es inmutable, una idea aristotélica considerada indiscutible, y que le granjeó la enemistad de los teólogos de la época.
Imagen multi-banda del remanente de la supernova de Tycho, compuesta a partir de imágenes tomadas con el telescopio de 3.5 m de Calar Alto y la cámara Omega 2000 (infrarrojo), el telescopio espacial Spitzer (infrarrojo) y el telescopio espacial Chandra (rayos X)
En realidad lo que Tycho y Muñoz observaron fue la muerte explosiva de una estrella vieja. Desde la época de Tycho la supernova se ha debilitado considerablemente, pero los investigadores han conseguido observar algunos fotones de los primeros momentos de la explosión. El trabajo se ha publicado recientemente en la prestigiosa revista Nature. Según Oliver Krause, astrónomo del Instituto Max Planck para la Astronomía de Heidelberg (Alemania), “lo que hemos hecho esencialmente es utilizar el polvo interestelar como una especie de espejo”.
No es la primera vez que los astrónomos captan el eco de una supernova. Pero el de la supernova de Tycho es el más antiguo que se ha captado en la Vía Láctea hasta la época. Para este trabajo Krause y su equipo han utilizado el Telescopio Subaru de 8,2 metros situado en el observatorio de Mauna Kea en Hawaii. Sus observaciones han permitido confirmar que la supernova corresponde a la variedad conocida como Tipo Ia, creada por la explosión de una pequeña estrella muy masiva conocida como enana blanca. Se cree que todas las supernovas tipo Ia explotan con el mismo brillo, lo que las convierte en una excelente herramienta para determinar la distancia a galaxias lejanas.
Estas medidas han revelado recientemente que las supernovas de tipo Ia están más lejos de lo que se esperaba, lo que ha llevado a los investigadores a proponer que una fuerza misteriosa denominada energía oscura está alejando a unas galaxias de otras. Dado que la supernova de Tycho se encuentra en nuestra galaxia el estudio de sus restos podría ayudarnos a comprender mejor las supernovas y la energía oscura.
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